(pesadilla recurrente)

En mis sueños Barcelona se inunda. Se cubre de mar. Siempre estoy en algún punto alto observando la costa. Siempre estoy con algún ser querido. Siempre todo se vuelve raro: las olas se hacen una pared alta y furiosa que avanza hacia nosotros. Salimos corriendo, gritamos, buscamos algún punto acaso más alto para salvarnos y, cuando llegamos a él, las olas nos siguen buscando y nos siguen pisando. Cuando el mar finalmente nos tapa, y amordaza todas las bocas y ahoga todos los oídos, el mundo es un silencio oscuro y frío.

Jamás imaginé que la catástrofe pudiera ser así de muda.

A veces lo último que siento es el agua llenándome los pulmones y tirándome hacia abajo como un yunque, y me despierto tosiendo, con dolor en el pecho y respirando a mordiscones. A veces sobrevivo al maremoto y recupero la conciencia en una pequeña isla en donde los otros sobrevivientes se organizan para rescatar ahogados, dividir tareas básicas, y apoyarnos en la crisis.

Me dijeron que tectónicamente es imposible que esto se dé en el Mar Mediterráneo. Pero en mis sueños Barcelona se inunda. Y es mejor irse volando.

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