(cuando dos personas se despiden)

Haciendo silencio
-mucho silencio-
se escucha el sonido de una cuerda tensa que revienta
o de una taza que cae y se destroza
o de una tijera que se cierra y desune

cuando dos personas se despiden.

Y aún sintiendo ese instante
no sabemos si esta despedida
es tan solo un soplo
o si es toda nuestra vida.

Corazoncito caliente

Voy a la cocina y me preparo unos mates, para tomarlos sola en el salón de mi casa, y nunca me olvido de ponerle azúcar a la primera cebada, y luego dejar la azucarera cerca para endulzar cada tanto la yerba.
¿Por qué cuando estoy sola lo tomo dulce pero en compañía lo tomo amargo?
Bueno, supongo que, como todo en la vida, los tragos amargos son dulces si se está bien acompañado.


Mate

(de Ricardo Güiraldes)


Pequeña cucurbitácea sonora como un coco.
Zapallito en forma de huevo de galleta.
Fruta de incongruencias cuyas semillas caen ni bien le abren la boca,
como ideas de un cráneo loco que habla.
La coquetería gaucha a veces le orifica los labios y deben de haberse equivocado al darle un sexo masculino que mejor correspondería a la bombilla.
Ollita vegetal.
Ollita diminuta de un rudimentario puchero herbáceo.
Retorta de brujerías por la que puede transmitirse un sortilegio.
Casero manantial que apaga la sed, calienta el alma y fortifica los músculos.
Mamadera prostituta que se da a todos los labios y se sienta en todas las manos hasta estar lustrosa de toqueteos.
Virginidad amarga cuya primer caricia es dura pero a quien la fidelidad perfuma en virtud y consuelo.
Prenda del solitario.
Corazoncito caliente.
Más bueno que el de la gente.

Hay que esperar que pase

Lógico que habiendo crecido en un país agroganadero me sea propia la frase “hay que esperar que pase el invierno”. El invierno como metáfora de los malos momentos, momentos de transición, momentos de intentos y de fallos, momentos de frío y desolación; de inclemencia. Pero más allá de esta metáfora, el invierno realmente es un tiempo de pausa en el campo. Se duerme, se intenta conservar las energías y los medios, se trabaja más duro y con menos frutos. Se espera. Se espera que pase el invierno.
Acá, el mes dormido es agosto. Y no es nuestro agosto, espíritu mismo del invierno, no. Acá es pleno verano. Y toda España está de vacaciones. Persiana baja, con cartelito de vacaciones. Contestador automático, con mensaje de vacaciones. Servicios públicos, con excusa de vacaciones. Transportes públicos, con horarios de vacaciones. Todo es lento, inefectivo, estúpido. Los teléfonos no suenan. La mente trabaja torpe. El cuerpo trabaja menos. Las playas están llenas. Los termómetros, estallando. Toda España de vacaciones. Toda.
Será que acá hay que esperar que pase el verano.

Geografía comparada (para los que tienen pereza de mirar Wikipedia y hacer los cálculos)

La Ciudad de Barcelona mide 101,4 km2.
Está dividida en 10 barrios llamados Ciutat Vella, Eixample, Gràcia, Horta-Guinardó, Les Corts, Nou Barris, Sant Andreu, Sant Martí, Sants-Montjüic y Sarrià-Sant Gervasi.
Su población es de aproximadamente 1.622.000 habitantes.

La Ciudad de Buenos Aires mide 202 km2.
Está dividida en 48 barrios llamados Agronomía, Almagro, Balvanera, Barracas, Belgrano, Boedo, Caballito, Chacarita, Coghlan, Colegiales, Constitución, Flores, Floresta, La Boca, La Paternal, Liniers, Mataderos, Monte Castro, Monserrat, Nueva Pompeya, Núñez, Palermo, Parque Avellaneda, Parque Chacabuco, Parque Chas, Parque Patricios, Puerto Madero, Recoleta, Retiro, Saavedra, San Cristóbal, San Nicolás, San Telmo, Vélez Sársfield, Versalles, Villa Crespo, Villa del Parque, Villa Devoto, Villa Gral. Mitre, Villa Lugano, Villa Luro, Villa Ortúzar, Villa Pueyrredón, Villa Real, Villa Riachuelo, Villa Santa Rita, Villa Soldati y Villa Urquiza.
Su población es de aproximadamente 3.051.000 habitantes.

Barcelona es la mitad de Buenos Aires en tamaño y un poco más de la mitad en gente.
Si quisiéramos meter a Barcelona dentro de Buenos Aires (ver mapa adjunto) nos llevaría 22 barrios: Retiro, San Nicolás, Puerto Madero, San Telmo, Montserrat, Constitución, Recoleta, San Cristóbal, Balvanera, La Boca, Barracas, Parque Patricios, Nueva Pompeya, Almagro, Boedo, Caballito, Flores, Parque Chacabuco, Villa Soldati, Palermo, Villa Crespo y Paternal.


¿Te lo imaginabas?

Hipocresía, a las 5 de la tarde


hipocresía
(del griego ὑποκρισία)

1. f. Fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios

a los que verdaderamente se tienen o experimentan.



Mucho antes de ni siquiera soñar con venir a España, ya estaba completamente enamorada de Federico García Lorca, cuya poesía me erizaba los pelitos de los brazos y me hacía llorar de belleza en mi adolescencia. Y llevo todavía hoy bien presente, como metáfora romántica de la tortura y la locura, una de las primeras poesías que conocí de él, La cogida y la muerte, que por fragmentos gemía:

En las esquinas grupos de silencio
a las cinco de la tarde.
¡Y el toro solo corazón arriba!
a las cinco de la tarde.
Cuando el sudor de nieve fue llegando
a las cinco de la tarde,
cuando la plaza se cubrió de yodo
a las cinco de la tarde,
la muerte puso huevos en la herida
a las cinco de la tarde.
Las heridas quemaban como soles
a las cinco de la tarde,
y el gentío rompía las ventanas
a las cinco de la tarde.

El 28 de julio del 2010 el Parlamento de Cataluña ha prohibido las corridas de toros dentro de su territorio a partir del 01 de enero del 2012, como resultado de una Iniciativa Popular Ciudadana avalada por 180.000 personas, y la consecuente votación Parlamentaria en donde 68 diputados estuvieron a favor, 55 en contra, 9 se abstuvieron, y 3 estuvieron ausentes. (Discutidito, el asunto.) Así, Cataluña se convierte en la segunda comunidad española en vetar estos espectáculos, orgullosa de prohibir la tortura y defender los derechos de los animales.

Sin embargo, nada se dijo en contra de los correbous, porque supuestamente a los toros de estas fiestas no se les da muerte, cosa que no es verdad, y porque los correbous son festejos reconocidos como “autóctonos”. Y con esta palabrita mágica el aire se tiñe de un olorcillo indisimulable a nacionalismo catalán. Si bien la prohibición de las corridas nació de una Iniciativa Popular, alcanzó para el oportunismo del espíritu catalanista radical.

La tauromaquia o lucha con toros tiene su origen en la Edad de Bronce, pero busca su expresión más moderna en estas famosas corridas de toros, que nacieron en España en el siglo XII y si bien se practican en algunos países latinos de Europa y de América, son hoy en día tan Españolas como Paquirri. Hasta la segunda mitad del siglo XVIII se hacían a caballo y eran rudimentarias, pero una vez prohibido el caballo e introducidas algunas novedades vasconavarras y andaluzas (como los saltos, las banderillas, y las capas para engañar a los toros) se comenzó su práctica en el sentido moderno y profundamente español que conocemos hoy día. Sentido español que pareciera nada tiene que ver con Cataluña. Tal vez porque recién un siglo después se inaugura por primera vez una plaza de toros en la Barcelona Capital (Antigua Plaza de Toros de la Barceloneta, en 1834); y porque hoy día, pronta a cerrar sus puertas la última plaza que funciona (inaugurada en 1914, la Plaza Monumental de Barcelona), la visitan por corrida no más de 200 personas. Tal vez porque hace más de cincuenta años Cataluña se adueñó del burro, mientras el resto de España se adueñaba del toro, levantando noventa siluetas del famoso Toro Osborne en todas las carreteras del país (excepto por supuesto en las catalanas, que supo tener solo una de estas figuras gigantes en El Bruc, y hace un año fue derribada por cuarta y última vez por activistas del nacionalismo catalán). O Tal vez porque haya tantos espirales en la reconstrucción de la tradición de estas corridas que ya no se sepa bien qué es propio del país que está por fuera de Barcelona, Gerona, Lérida y Tarragona, y qué del que está por dentro; y por las dudas, si no se sabe mucho de su origen debe ser que no es bien propio.


Los correbous, en cambio, son bien tradicionales y bien Catalanes. Nadie duda de su origen ni su ancestralidad. Y por eso parece que nadie los cuestiona. Se llaman “corridas de bueyes” según su traducción, pero para que nadie se equivoque con las otras corridas (estas que no son puramente catalanas) en castellano se les dice “encierros”. Se celebran mayormente en la provincia de Tarragona y los hay de varios tipos. Uno es “el toro de fuego o toro embolat”, en donde se le pone al animal material inflamable en los cuernos y luego se lo prende para que corra desesperado por el pueblo, mugiendo locamente mientras intenta apagarse, sufriendo por las brasas que le alcanzan el cráneo, el lomo y los ojos dejándolo ciego. Otro es “el toro capllaçat”, en donde se ata al toro por los cuernos y se lo arrastra por el pueblo ante los golpes de la gente, haciéndolo sufrir graves traumatismos y desgarros en los músculos del cuello. Otro es el “toro al mar”, que no necesita demasiada explicación salvo la aclaración de que varias veces es el propio toro el que se tira desesperado por la persecución furiosa de la gente. Y otros son los llamados encierros simples, considerados de naturaleza “suave”, donde los toros, vacas o vaquillas recorren las calles recibiendo golpes de los participantes con palos o varas, sin poder defenderse porque llevan los cuernos afeitados, chocándose contra objetos en su camino o resbalando con el agua o el aceite que les tiran a los pies, reventados de cansancio, hasta que terminan en una plaza donde son capeados, toreados, o muchas veces mueren de agotamiento o ataques al corazón debido al estrés y al sobreesfuerzo.

Y todo ello se puede seguir celebrando, en Cataluña, tanto antes como después del 01 de enero del 2012, porque se lo considera “autóctono”. Y porque, contrariamente a lo que se practica en las corridas de toros que se acaban de prohibir en el Parlamento, aquí el toro pareciera no sufrir…
Nacemos desnudos. Bañados en sangre, baba y pus. Amarrados todavía por un cordón de vísceras al útero, lugar que nos hizo crecer hasta recién. Y llorando de miedo por lo que vendrá.
Y cada comienzo se llama por eso renacer. Porque empezamos sin nada, bañados en porquería, amarrados aún a lo que éramos, y llorando de miedo por lo que seremos.