Tal vez sea bueno mantener este blog

Hace algunos meses, al volver a Argentina, decidí congelar este blog. No cerrarlo pero simplemente no agregarle nada. La excusa era la simple idea de que al no vivir más en Barcelona, no sería más una “argentina en Barcelona”, y por tanto este blog no tendría ya sentido, si es que alguna vez lo tuvo.

Qué tonta.

Como si todo hubiera acabado. Como si todo hubiera vuelto a la normalidad. Como si fuera tan sencillo con un “bueno, probaste y volviste, y ya está” como todos diagnostican. Como si no hubiera pasado todos estos meses como una exiliada volviendo a su país, exiliada del país que la recibió al irse. Como una extranjera, ciudadana de otra ciudad donde también era extranjera por ser ciudadana de otra ciudad donde es extranjera ahora. Todo sigue desacomodado. Todo sigue raro. Las ganas de volver no se fueron, solo que ahora se trata de volver a un lugar distinto, al lugar donde estaba cuando quería volver acá, al lugar al que me fui cuando ya no quería estar acá. O sea que en el fondo no se trata de irse para volver, ni de volver para irse, se trata es escapar. Y no entiendo de qué me estoy escapando. Y tal vez por eso sea bueno mantener este blog, para seguir escupiendo las preguntas que se me esconden en los oídos, que todavía no entiendo y que todavía no respondo. Preguntas que no tienen que ver con el “por qué volví” sino con el “por qué me fui en primera instancia”.

Y tal vez sea bueno mantener este blog porque recién ahora que tengo casa propia, después de seis meses de volver y de tanto buscar y golpearme contra la pared pensando que todo se resolvería con solo tomar un avión (todavía, después de cruzar el Océano Atlántico de ida y de vuelta, sigo pensando que todo se resuelve con tomar un avión y no puedo ser más necia), rescato todas las fotos, recortes, dibujos y láminas que adornaban mis paredes allá, pretendiendo que adornen también las de acá, y se me instala un ladrillo en la garganta. Y así encuentro recuerdos que me cagan a trompadas, y me abren preguntas como tajos que pensé que ni existían. Encuentro el posavasos de la cafetería Jamaica, guarida de cafelitos urgentes en los recreos del trabajo. El posavasos del Bosc de les Fades, el bar que es bosque y es bar y como todo bosque y bar de Barcelona se esconde detrás de millones de esquinas de piedra, suelos mojados, arcadas góticas, amores olvidados y luces amarillas. La bolsita de papel de Dunkin` Donuts, limpita y sin usar, igual a otras tantas usadas llevando roscas humeantes y transpirando chocolate y azúcar en los diciembres congelados de Paseo de Gracia. El mapa de Barcelona rosadito y blanco, de los colores que El Corte Inglés lo imprimía hace años (cuando sólo llegaba hasta el Parc Güell; ahora le ponen el límite mucho más lejos, en el Tibidabo), y un cartelito pegado a él que dice “¿Recuerdas cuando te asombrabas?”, publicidad de los helados Häagen-Dazs (a la que obvio le saqué el logo y conservé la frase).

Y tal vez sea bueno mantener este blog porque vuelvo a soñar con Barcelona, como lo hacía hace años, con la ciudad que me llama. Vuelvo a soñar que estoy allá, caminando las calles y respirando las nubes, y que todo brilla y que todo es bello.

Y tal vez sea bueno mantener este blog porque desde que volví no pude tocar una sola novela que no estuviera centrada en Barcelona. Porque no me interesa leer nada que no me haga imaginarme siguiendo como espía a los personajes por la ciudad, con sus detalles, sus colores, sus baldosas y sus secretos.

Y tal vez sea bueno mantener este blog porque estallo en llanto a menudo. Por ejemplo cuando veo otra vez las cositas que adornaban mis paredes allá. Por ejemplo cuando veo a cientos de chicos de mi edad durmiendo en Plaza Catalunya reclamando justicia social y económica; veo la plaza, y sueño con estar ahí, escuchándolos hablar y reír y quejarse. Por ejemplo cuando el FCBarcelona sale campeón. Por ejemplo cuando me sale sin pensar alguna frase en catalán y nadie a mi alrededor me entiende; lo mismo que cuando allá me salía sin pensar algún modismo argentino y nadie tampoco me entendía. Por ejemplo cuando recuerdo los muebles de las casas donde viví, los ruidos que lograron hacerse familiares, los colores de las paredes, los cuadros de las salas, los almohadones de mi cama, y los paisajes de mis ventanas. Por ejemplo, cuando no puedo dormir de noche y en la oscuridad abro los ojos y por fragmentos de un segundo no sé dónde estoy, ni si es acá o si es allá. Por ejemplo cuando voy en subte, escuchando en mi mp3 alguna canción que también escuchaba allá, y por momentos cierro los ojos y siento el avanzar vibrante del vagón y me imagino que una voz anunciará en castellano y en catalán la próxima estación, y que abriré los ojos y estaré en Barcelona, sin pasajes de avión, ni maletas, ni despedidas. Por ejemplo cuando se me acalambra el corazón y el cerebro de tanto imaginar inútilmente que mis dos ciudades son una, que puedo recorrerlas y penetrarlas y amarlas sin distancia, sin angustia, sin renuncia.

Y tal vez sea bueno mantener este blog porque sí, aunque a partir de ahora se trate pura y exclusivamente de mí, y la gente ya deje se sentirse identificada al leerme, y empiece a aburrirse con mi “yo”ismo, y nadie se meta más que yo, para seguir colgando cosas que me ayuden a encontrarme.

Un amigo uruguayo me dijo que no hace falta solo irse. Hace falta irse, y después volver. Y recién ahí uno puede saber y entender dónde quiere estar. Porque apenas yéndose uno idealiza demasiado bien lo nuevo y demasiado mal lo viejo, y no tiene una visión completa. Pero yéndose y volviendo contrarresta las impresiones y prueba las dos cosas por separado, y entonces así entiende. “Volver al vientre de la ballena”, decía él, “Es necesario volver al vientre de la ballena”. No sé a qué carajo se refería, pero esa expresión me suena de algo que alguna vez vi en una clase de literatura, y ahora no me la puedo sacar de la cabeza.

Tal vez sea bueno mantener este blog, entonces, porque que sea necesario volver al vientre de la ballena, tal vez sea verdad.

4 comentarios:

  1. yo me quedé eh.
    como inmigrante, y a la vez emigrante.

    irse es quedar atrapado para siempre entre las melitas y el queso búlgaro.

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  2. Gracias por ayudarme a ver lo que cada vez menos veo (rutinas y tal...)

    Por suerte todavia no he perdido la capacidad de asombro como para que haya quedado en un recuerdo (pero esa frase te la robo a la de ya!)

    Extráñote

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  3. Yo nunca me fuí para Barcelona pero la he conocido atravez de lso amigos de blog que me han hecho quererla asi que siempre tengo un pié de imaginación allá y otro en mi mundo!

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  4. Hace meses que no veía tu blog, como hace meses que no buscaba en google argentina en Barcelona y ahí aparecías tu. Hará cosa de un año con la misma identidad (anónimo), comenté medio ofendido y agradecido el cariño y a la vez lo que me parecía injusto que comentabas sobre mi amada ciudad, Barcelona. Quizás lo recuerdes. Hoy he vuelto a poner argentina en Barcelona en el buscador y le he comentado a mi pareja: Mira! Acabo de volver a ver el blog de PEPA! que mi pareja me hacía el comentario de HAY PEPA, PEPA CUANTA RAZÓN TIENES, cuando el, Cordobés criticaba algo sobre vuestro país y compartía contigo enlaces que tu publicabas y yo le leía.
    Hoy en este comentario me has hecho emocionarme, porque vivimos en polos opuestos, pero sentimos casi lo mismo, tu recuerdas a mi ciudad con añoranza y ganas de volver, lo mismo que me pasa a mi con tu país.
    Te quiero animar a que no dejes de escribir sobre lo que piensas o lo que sueñas, porque a muchos, como yo, que pensamos y soñamos muchas veces lo mismo, también nos animas a seguir luchando por lo que queremos.
    Te mando un abrazo muy grande desde el diciembre barcelonés y con su iluminado navideño de paseo de gracia y con la añoranza yo también, de volver pronto a tu precioso país.
    Besos!

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