Los días contados

Cada tanto hay que hacer lugar en la agenda del teléfono móvil porque el humilde aparatito, que ya tiene más un año y valió solo €4, no tiene memoria infinita.
Y así repaso la lista nombre por nombre, y cada contacto que borro me trae un recuerdo, o varios, de sonrisas y de encuentros.
Borro el nombre de una norteamericana que vivió acá diez años y finalmente decidió volverse a su país, cansada de no poder hablar su idioma, ni semántica ni ideológicamente. El nombre de un ecuatoriano que antes de irse se tatuó la ciudad en su cuerpo, queriendo llevársela para siempre. El nombre de una portuguesa que por momentos supo ser mi mayor apoyo, bailarina entre burbujas, loca como pocas, y con inmensa capacidad de brindar y brindarse. El nombre de una peruana que sin conocerme me abrió las puertas de su casa, con té y galletitas, palabras de amor y de aliento, y me enseñó que la abundancia es ley y que tenemos que acostumbrarnos porque de ella venimos y en ella nos movemos. El nombre de un inglés que me mostró que la mejor comunicación se da en el idioma de la buena voluntad. Y otros siete nombres, todos de argentinos. Amigos desde antes y amigos nuevos, gente que podré abrazar de nuevo cuando vuelva a mi país, y gente que sé que no volveré a ver.
Gente que me pasó por el cuerpo, por la mente, por el corazón y por la garganta. Doce personas menos en la memoria de mi teléfono. Doce personas que se fueron, que sabían que se irían desde que los conocí.

Me quedo pensando.

En general un argentino que llega a otro lugar, se junta con argentinos porque se siente identificado, contenido, familiar. Y lo mismo pasa con la gente de cualquier país. Y lo mismo pasa dentro de un país, con la gente que es de alguna provincia particular, distinta a donde está viviendo. Uno siempre trata de reunirse con sus pares, con las personas que están en la misma sintonía que uno.
Por algún motivo, según resultados que arroja la agenda de mi móvil, los pares con los que yo suelo juntarme en Barcelona tienen por aquí los días contados.


(Con un fuerte beso a Lucía, Antón, Allène, Marco, Grace, Claudia, Stephen,
Hugo, Alexis, Ruben, Graciela y Andrés.)

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