Corazoncito caliente

Voy a la cocina y me preparo unos mates, para tomarlos sola en el salón de mi casa, y nunca me olvido de ponerle azúcar a la primera cebada, y luego dejar la azucarera cerca para endulzar cada tanto la yerba.
¿Por qué cuando estoy sola lo tomo dulce pero en compañía lo tomo amargo?
Bueno, supongo que, como todo en la vida, los tragos amargos son dulces si se está bien acompañado.


Mate

(de Ricardo Güiraldes)


Pequeña cucurbitácea sonora como un coco.
Zapallito en forma de huevo de galleta.
Fruta de incongruencias cuyas semillas caen ni bien le abren la boca,
como ideas de un cráneo loco que habla.
La coquetería gaucha a veces le orifica los labios y deben de haberse equivocado al darle un sexo masculino que mejor correspondería a la bombilla.
Ollita vegetal.
Ollita diminuta de un rudimentario puchero herbáceo.
Retorta de brujerías por la que puede transmitirse un sortilegio.
Casero manantial que apaga la sed, calienta el alma y fortifica los músculos.
Mamadera prostituta que se da a todos los labios y se sienta en todas las manos hasta estar lustrosa de toqueteos.
Virginidad amarga cuya primer caricia es dura pero a quien la fidelidad perfuma en virtud y consuelo.
Prenda del solitario.
Corazoncito caliente.
Más bueno que el de la gente.

2 comentarios:

  1. Qué lindo este artículo compatriota!
    Cariños
    Elisa, en Rosario, Argentina

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  2. Indispensable, además, ¿no? Debe ser raro vivir en un lugar donde la gente no anda con el mate a cuestas. ¿Extrañas mucho eso?

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