Orgullo(sa)

El 15 de julio del año 2010 Argentina legaliza el matrimonio entre personas del mismo sexo



Ya pasó el tiempo de las discusiones, de las aberraciones, y del odio en sus peores formas, como si los discursos racistas, fascistas, homofóbicos y exclusivistas, no defendieran el odio y la incomprensión que son la base de la intolerancia, la segregación y la discriminación, venenos letales de una sociedad y una nación.

Ya pasó el tiempo de las señoras de la alta suciedad confundiendo homosexualidad con enfermedad e instinto paternal con perversión, como si la pedofilia y las violaciones no hubieran sido invento de los heterosexuales.

Ya pasó el tiempo de la Iglesia Católica Apostólica Romana (escuela y patria de algunas de las peores depravaciones humanas y sexuales de la historia) imponiendo que Dios manda las cosas que mandan ellos, como si la Biblia no mandara que nos amemos los unos a los otros, como si Jesús no hubiera juzgado a la gente sólo por el tamaño de su corazón, como si Dios no fuera sinónimo entre otros de Amor y Libertad, como si el Espíritu Santo hubiera venido para imponer que seamos todos iguales.

Ya pasó el tiempo del asco por lo distinto, como si asco no fuera hacer distinciones.

Ya pasó el tiempo de los falsos tolerantes diciendo “que en su casa hagan lo que quieran pero no lo quiero ver en la calle”, como si la libertad de expresión no fuera la base de nuestra tan peleada democracia.

Ya pasó el tiempo de creer que un niño que crece con una pareja homosexual puede salir insano, como si los hijos de los matrimonios heterosexuales disfuncionales no se vieran seriamente perjudicados en su salud.

Ya pasó el tiempo de los falsos psicopedagogos con su fijación con las imágenes materna y paterna, como si un niño necesitara algo más que simplemente amor para crecer feliz (y como si no hubiera también inmensidad de ejemplos que avalen esto).

Ya pasó el tiempo de argumentar que un niño que crece de una pareja homosexual será también homosexual, como si los homosexuales no hubieran crecido de parejas heterosexuales.

Ya pasó el tiempo de los falsos biólogos argumentando que cualquier cosa en contra de la concepción es antinatural, como si fueran ilegales los matrimonios heterosexuales que han decidido no tener hijos biológicos, o los que no han podido tener hijos biológicos, o los que durante gran parte de su unión han tenido sexo con métodos de anticoncepción.

Ya pasó el tiempo de los darwinistas diciendo que en tanto la procreación se da solo entre macho y hembra, la cristalización de la homosexualidad será el fin de la raza humana, como si consentir el sexo entre homosexuales fuera vetar el de entre heterosexuales para siempre y hasta el fin.

Ya pasó el tiempo de los falsos sentimentalistas llorando que el matrimonio entre personas del mismo sexo vaciará de significado el matrimonio entre personas del sexo opuesto, como si no hubiéramos visto divorcios y uniones por interés desde que tenemos ojos y estamos en este mundo.

Ya pasó el tiempo de la ridiculez de comparar el matrimonio entre personas del mismo sexo con el matrimonio entre una persona y un animal, como si la abolición de la esclavitud no hubiera dejado ya bastante claro que las personas no somos animales.

Ya pasó el tiempo de la monstruosidad de asemejar el matrimonio entre personas del mismo sexo con el matrimonio entre una persona y un objeto, como si no fuera propiedad intelectual de Hitler mirar a las personas como jabones o botones.

Ya pasó el tiempo de los falsos civilizadores diciendo que la homosexualidad es barbarie, como si los griegos, padres de la civilización occidental, no hubieran tenido (y defendido) relaciones homosexuales.

Ya pasó el tiempo de los falsos naturalistas diciendo que las relaciones homosexuales son antinaturales, como si no fuera antinatural reprimir al amor que dos personas quieren expresar en su cuerpo.

Ya pasó el tiempo de la desinformación sobre la ley de la adopción, como si hasta ahora una persona soltera no hubiera podido adoptar un niño sin importar su elección sexual.

Ya pasó el tiempo del totalitarismo, de las dictaduras, de los gobiernos absolutistas, de las sociedad donde todos somos iguales pero algunos son más iguales que otros; ya pasó el tiempo de las deudas con una comunidad igualitaria, donde no haya buenos y malos, peores y mejores, elegidos y descartados, donde no haya distinción de razas ni de religiones ni de grupos soberanos, donde los derechos humanos sean los mismos derechos para todos los humanos, donde las minorías también sean parte, donde la igualdad de todos ante la ley sea también ley; como si no hubiéramos estado todo el siglo XX luchando por eso…


Ya pasó. Ya pasó todo. Ahora tenemos una ley, otra ley, que refleja a La Ley.

Ahora el matrimonio sigue siendo una elección, pero una elección que podemos hacer todos.

Ahora somos un poco más serios y un poco más humanos.

Ahora el orgullo de ser lesbiana, gay, bisexual o transexual en Argentina (¡el octavo país del mundo en legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo!) es también el orgullo de ser Argentino.

Gracias, Argentina. Muchas Gracias.

3 comentarios:

  1. Hola soy Xiomara una argentina desde argentina, estaba buscando cosas de Barcelona para mi programa de radio y encontre tu blog. Hoy seguramente haga mención de tu blog, porque me gusto comparto 100% este post y me parece copada la idea de q Argentina este en Barcelona de alguna manera. Te dejo la data del programa se llama cruzo la frontera y sale los martes a las 2o hs. Bs. As. por www.radioandante.com.ar
    Besos con sabor a mate

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  2. Tan cierto todo lo que dices...no se podria haber dicho mejor.
    Saludos desde Chile

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  3. Muy buena entrada. Afortunadamente en Uruguay las uniones homosexuales también tienen validez legal, aunque creo que no les llaman matrimonio.

    Un abrazo

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