Cómo me dolió dejar Buenos Aires en mi estación preferida. El otoño: los días blancos, húmedos y fríos pero cegadores y luminosos. Las calles grises, tapadas de hojas amarillas que se quejan al ser pisadas, los arboles finitos, la melancolía en el aire.
Y en Barcelona es primavera. El calor que aumenta, la humedad que sube, el sol que se acerca. Primavera: la estación opuesta para un lugar opuesto del planeta. Un momento opuesto. Una energía distinta.
Sin embargo, algunas callecitas de Barcelona se me disfrazan de otoño para que no extrañe tanto a mi Buenos Aires querida.
Y el cemento gris se vuelve a pintar de amarillo...
Y en Barcelona es primavera. El calor que aumenta, la humedad que sube, el sol que se acerca. Primavera: la estación opuesta para un lugar opuesto del planeta. Un momento opuesto. Una energía distinta.
Sin embargo, algunas callecitas de Barcelona se me disfrazan de otoño para que no extrañe tanto a mi Buenos Aires querida.
Y el cemento gris se vuelve a pintar de amarillo...
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