Esa noche soñé un sueño que me dijo, al despertarme, que tenía que volver a Barcelona. Era mediados del 2008.
Casi un año después, volví.
En ese sueño yo estaba en esta ciudad, en la esquina de Paseo de Gracia y Av. Diagonal, en donde hay un monumento tipo obelisco, con una figura femenina a los pies. Es la esquina coloquialmente llamada Cinc d´Oros. Yo estaba ahí. Era de tarde. El día estaba claro, soleado y limpio. Había muchísima gente. Parecía una manifestación pero no había gritos ni protestas ni cantos ni pancartas. Solo mucha gente, detenida ahí, obstaculizando el paso vehicular y peatonal. Y yo en medio, sin nadie más. Mirando al inmenso obelisco barcelonés sobre el profundo celeste del cielo. Tenía que salir de ahí para encontrarme con mi hermana, que vivía por aquel entonces en la ciudad. Tenía que ir hasta donde estaba ella, aunque no sabía dónde estaba ni cómo llegar, porque no teníamos manera de comunicarnos. Ella me estaba esperando y yo no llegaría. Estaba perdida. Estaba sola. Estaba rodeada de desconocidos. Sin embargo, no me sentía perdida, ni sola, ni desconocida. Me sentía profundamente feliz. Todo era tranquilidad. Me invadía la certeza de que todo iría bien, de algún modo u otro mi hermana y yo nos encontraríamos. Conseguiría llegar a donde tenía que llegar. Conseguiría encontrarla. Me sentía en casa, tranquila y en paz.
Cuando me desperté lo supe. Tenía que volver a esta ciudad que hacía cuatro años había visitado, que me había enamorado por completo y que ahora me estaba diciendo, a la distancia, que volviera porque me estaba esperando.
Algunas semanas atrás, ya a finales del 2010, cuando decidí que el tiempo de Barcelona ya estaba caducado, y saqué mi pasaje de vuelta a mi país, quise tatuarme en el cuerpo algo de esta ciudad, para llevarla siempre conmigo, recordando ese amor loco que nunca había sentido por ningún otro sitio. El obelisco del Cinc d´Oros fue mi primer candidato. Mi único candidato. Hasta que desistí de llevar a esta ciudad en la piel. Siempre la llevaré adentro, y con eso me alcanza.
Hace poco me enteré que ese obelisco, si bien es de construcción anterior, fue resignificado y utilizado por el franquismo. Es un recuerdo de esas épocas de dictadura, y la mayoría de los catalanes se preguntan qué coño hace esa cosa todavía ahí.
Un símbolo del franquismo. Y en mi sueño era la encarnación de Barcelona, llamandome y esperándome.
Definitivamente, aquí pocas cosas son lo que parecieron ser.
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