Somos una ola y una roca, chocando y gritando.
La ola se entrega a simple vista ciega e incesantemente, con toda la energía que tiene, pura y exclusivamente para ser destrozada, sabiendo que será destrozada, esperando ser destrozada. Pero esa ola igual se entrega y se deja destrozar porque sabe que renacerá, enseguida, distinta pero igual, formada por otras gotas y otras partículas de sal, pero con la misma energía y producto del mismo mar.
La roca espera a simple vista rígida y fría, a que la ola idiota venga y se entregue y se despedace contra ella, una y otra vez, incansablemente. Pero esa roca igual, a lo largo de los años y producto de la paciencia, la presión y el tiempo, se va modificando en cada choque, y va suavizando sus bordes filosos, y redondeando sus rectas, y armonizando su forma.
O sea que ni la ola es tan boba, ni la roca es tan impasible. Y ni la ola es tan frágil, ni la roca es tan fuerte. Todo es una cuestión de tiempo, de energía y de perspectivas.
Y hay que reconocer que el espectáculo es hermoso.
Repito: somos una ola y una roca, chocando y gritando.
Aunque todavía no se cuál sos vos y cuál soy yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario